fullicāre, de fullāre, pisar..And. Huella del pie en la tierra.

EL NUEVO PRESI, QUIEN TENÍA QUE SER, DE QUIEN SURGIÓ LA IDEA DE ESTA ASOCIACIÓN HACE 10 AÑOS, SU ROSTRO BONACHON Y SU TRIPITA DE PAPÁ NOEL LO DICE TODO, CONFIEMOS EN QUE NO LE FALTE LA COLABORACIÓN DE L@S SOCI@S, MUCHA SUERTE PACO. EN LA ACTUALIDAD LA ASOCIACIÓN CUENTA CON 105 SOCIOS

 DIEZ AÑOS DEJANDO FUÉLLEGA

 

Juan Ferrero

 

En realidad este grupo de caminantes comenzó sus marchas en el año 2002, aunque hasta el 2003 no fue reconocido de modo legal como asociación de senderismo “DEJANDO FUÉLLEGA” (es decir, dejando huella).

Para el pasado mes de enero tenían anunciada una ruta que saliendo de Villanueva por el Cordel de Villanueva a Torrecampo se cruzaría el paraje de Las Calderas para pasar al camino del Molinillo y volver al pueblo; unos 16 kilómetros. Así que me propuse acompañar a los senderistas. Hay que aclarar que para asistir a esta actividad no es necesario ser socio, si bien los no socios han de abonar una pequeña cantidad para compensar algunos gastos como los del desplazamiento que conlleva el estudio previo de la ruta, el piscolabis final, etc. De modo que a las ocho y media, con dos grados de temperatura en el ambiente, todos en el cruce de la circunvalación pertrechados con gorros, cubrecuellos, guantes, mochilas…Una vez enfilado el camino, la gente va a su aire, no existe en esto la competitividad. Aunque no conviene perderse de vista, cada cual marcha a su ritmo. Luisa y María Ángeles son dos mujeres jóvenes, amigas, que llevan cuatro y un año, respectivamente, como socias y, cuando les pregunto los motivos por los se ponen un domingo a andar, coinciden que les encanta todo lo que sea el contacto con la naturaleza. Los trazados pueden ser, a veces, tortuosos y confusos; pero María Ángeles no teme perderse porque “Los guías son buenos y confiamos en ellos”. Luisa llegó a ejercer de guía en una ocasión entre La Venta del Charco y Azuel, pasando por El Cerezo. Encuentro después a Juan Higuera quien manifiesta que le gustaría que hubiera más rutas fuera del entorno de la comarca.

Los caminantes continúan su itinerario. En contra de lo que se esperaba, el día se presenta despejado, y la luz del sol junto al ejercicio de la marcha tiempla algo los cuerpos. Al llegar a un cruce de caminos, encuentro un grupo que rodea al presidente de la asociación, Gabriel Arroyo. Me temo lo peor. “Presidente, ¿nos hemos perdido?” Me responde que no, que estaban barajando la posibilidad de ir por un camino, pero que al parecer se encuentra cortado por algún propietario. Aprovecho para que me dé más datos acerca de la asociación: Se programa una salida por mes, y siempre va alguien que conoce bien la senda. En julio la ruta se hace de noche y en agosto se descansa. En la convocatoria se anuncia la dificultad que, solo excepcionalmente, es alta, indicada para personas que estén acostumbradas a andar; por lo general son aptas para cualquiera. Además de los recorridos, la asociación ha solicitado proyectos de voluntariado medioambiental que le han permitido restaurar los lavaderos públicos (puestos después como circuito visitable por el Ayuntamiento a través de su Área de Turismo) y un observatorio de fauna a unos 3 Km. de la localidad con sus correspondientes paneles, etc. En ocasiones se han unido a otras asociaciones para realizar rutas comunes y disfrutar de días de convivencia e intercambio de experiencias, como, por ejemplo, con asociaciones de Torrecampo, Pozoblanco, Córdoba… Los recorridos, de tarde en tarde, se llevan a cabo en otras provincias, como en Ciudad Real, Jaén, Granada, Sevilla, Málaga, etc., teniendo que utilizar entonces el autocar, en cuyo gasto colabora algunas veces el Ayuntamiento. En cuanto a los caminos públicos cerrados por particulares, la asociación considera este hecho un atropello y un abuso en el que la Administración tendría que intervenir obligando a su apertura.

La asociación tiene su propia página web y se encuentra también recogida en la web del Ayuntamiento.

Continúa la marcha y nos internamos en el paraje de Las Calderas, zona de extensos y espectaculares peñascales. Abordo aquí a Antonio Jurado que fue el primer presidente de la asociación y nos dice que entre los objetivos de la misma, además de caminar, está el conocer el entorno, aprender a valorar el medio ambiente y su patrimonio, fomentar el deporte no competitivo, así como la reivindicación de la apertura de los caminos públicos cerrados. Siempre que se programa una ruta se procura que haya algo interesante que ver. En opinión suya, la asociación ha funcionado bien durante estos diez años; se ha mantenido una ruta por mes y los socios han ido aumentando hasta alcanzar casi los setenta.

En una de las muchas plazoletas que se forman en el roquedal granítico, se decide hacer la parada de unos minutos para comer algo. Cuando se reanuda la marcha hablo con el guía de este itinerario, José Panadero, que cuenta ya setenta y seis años y ha destacado por ir en todas las rutas en cabeza, sin la más mínima muestra de cansancio; aunque ahora me confiesa que ya no está físicamente como antes.

En estos muros de granito las cámaras de fotos y de videos no paran. Me acerco a un grupo de cuatro alegres adolescentes entre 14 y 16 años: María es la primera vez que viene, porque su prima la ha convencido; Cristina ya acompañó otra vez a su tío y, como le gustó, repite. Francisco José es nieto del guía de hoy y también repite porque le gusta andar y conocer las cosas curiosas de nuestra tierra; los cuatro aseguran que se lo están pasando muy bien. Luego veo a Purificación Cabrera que al entrar a la cerca ha tenido que enganchar al perro de la correa para que no perturbe el ganado; me dice que además de andar y disfrutar de la naturaleza existe el aliciente de hablar y conocer a personas con las que hacer amistades. También charlo con dos personas muy conocidas en la asociación, una madre y su hijo de treinta años: Adelina y José Ángel, dos de los socios más constantes y serviciales, según sus compañeros. Diego es un niño de diez años que viene con sus padres y dice que no lo hace obligado, sino porque le gusta y, por supuesto, nada de cansarse; nos responde que sus compañeros de clase no le preguntan luego por cómo se lo ha pasado, pero que él de todos modo se lo cuenta y que tratará de convencer alguno para que lo acompañe el próximo día.

Finalmente, antes de incorporarnos al camino del Molinillo, salvamos un idílico arroyo que corre cerca de los últimos peñascos, en cuyas aguas una senderista, de modo involuntario, se “lava” pies y parte de las piernas; menos mal que la cámara de vídeo sale ilesa del percance. Todavía visitamos una tumba labrada en una lancha, perteneciente al periodo tardorromano, próxima a los restos de una villa romana y los vestigios de una fundición, antes de llegar al alojamiento rural de Huerta Barberos, propiedad de Julián Molinero que, amable y desinteresadamente ha ofrecido la vivienda y el recinto a la asociación para que sus miembros puedan detenerse a almorzar. El menú consiste en aperitivos, refrescos, migas tostadas con su guarnición de costilla, torreznillos, y chorizo; luego, gazpacho, café y dulces. Los cocineros han sido Francisco González Sánchez y Pedro Arroyo García, aunque este último declara que él ha intervenido solo como ayudante. Los dos son socios que esta vez no han podido irse a andar porque han tenido que quedarse a preparar las migas. Le pregunto al primero:

–Paco, dicen que tus migas están buenísimas. ¿Por qué crees que las encuentran buenas, porque es así o porque la gente trae apetito después de 13 kilómetros?

–Pienso que por las dos cosas –me contesta.

Pero yo doy fe de que las migas que tuesta Paco están siempre exquisitas.

Unas cincuenta personas se han reunido en el alojamiento rural y, cuando se toca retirada, algunos lo hacen ya en coche y solo una minoría ultimamos a pie los cuatro o cinco kilómetros que dista el pueblo. Al llegar a la circunvalación, el cielo lleva ya tiempo totalmente cubierto y hacen acto de presencia las primeras gotas de agua.

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